Cala Portitxol: un rincón mítico entre ruinas romanas, aguas turquesa y casetas de postal

En la costa de Jávea (Alicante), escondida entre acantilados y vegetación mediterránea, se encuentra Cala Portitxol, también conocida como Cala de la Barraca. Con sus casitas blancas y puertas azules, aguas cristalinas y una pequeña isla frente a la costa, este paraíso combina historia milenaria con paisajes de ensueño.

A tan solo unos metros de la orilla, emerge la Isla del Portitxol, un islote de 300 metros de diámetro declarado Bien de Interés Cultural. En sus rocas y fondos marinos se han hallado restos arqueológicos romanos y fenicios, incluyendo ánforas y monedas de oro descubiertas en 2021. Un lugar protegido que guarda secretos de miles de años.

Qué ver y hacer en Cala Portitxol

  • Snorkel y buceo: Ideal para descubrir praderas de posidonia y fauna marina.
  • Kayak o paddle surf: Perfectos para rodear la isla y explorar cuevas marinas.
  • Fotografía: Las casitas de pescadores con puertas azules son un icono para Instagram.
  • Senderismo: Desde el mirador de la Cruz del Portitxol parte una ruta sencilla con vistas panorámicas al Cap Prim y Cap Negre.

Cómo llegar

  • En coche: Desde Jávea, sigue la carretera del Cabo de la Nao hasta el desvío señalizado a Cala Portitxol. Hay un pequeño aparcamiento, que se llena rápido en temporada alta.
  • A pie: Una ruta corta desde el Mirador de la Cruz del Portitxol ofrece vistas impresionantes antes de llegar a la cala.
  • Coordenadas GPS: 38.7418° N, 0.1960° E.

Consejos prácticos

  • Calzado: La cala es de piedras y guijarros, no de arena fina. Llevar escarpines hará tu experiencia más cómoda.
  • Respeto al entorno: La isla es una zona protegida; no está permitido acampar ni dejar basura.
  • Horarios: Mejor visitarla temprano por la mañana para evitar aglomeraciones.
  • Servicios: En verano hay un chiringuito y alquiler de kayak/paddle surf.

El equilibrio entre turismo y conservación

El auge de esta cala en redes sociales ha atraído a miles de visitantes. Los vecinos piden un turismo responsable para conservar la esencia del lugar y proteger su frágil ecosistema. Disfrutarla sin dañarla es la mejor forma de asegurar que siga siendo un paraíso para las futuras generaciones.